miércoles, 14 de agosto de 2013

Silencio...

Te has convertido en silencio y soy de ti, de esas manos que no me tocan, de los ecos que chocan vacíos contra mis muslos. Sin mar, sólo de sombras, de un fantasma que gobierna las noches y no me abriga. Silencio que estallas mis huesos, que suplicas caricias marchitas, que te acomodas en mi almohada y me atas a sueños perversos. Silencio que te apoderas de mis huellas y las borras lentamente de la vida de los otros. Silencio que me seduces, me posees y me abandonas. Silencio que duermes sonriendo, cuando en mi desvelo confuso sólo puedo mirar paredes inexistentes. Silencio que agota, silencio lanza… Silencio. Te has convertido en ausencia engastado entre tantos suspiros rotos que me sacuden. Soy tenue, inexistente, hoja de árbol, nívea en vez de verde. Me he quedado con el azul, sólo eso de ti tengo y un objeto inanimado que te contiene. Se va borrando tu aroma. En otro amanecer tal vez te encuentre.

Furtiva...

Estoy siendo forjada al eclipsar de los días. Analogía entre Diana y Atenea. De cualquier forma seré amazona. No hay opciones. Mi cuerpo es de Diosa alada, de serpiente de agua. Aún cuando los mercenarios se planten frente a las ocho puertas de babilonia, la mía, la de Ishtar sigue virtuosa y libre. Me gobierna el deseo de virgen descalza, de meretriz santa y blanca, con hombros desnudos y emanaciones benditas o profanas, aún no se decide. Ungida habito en el líquido elemento multicolor y espeso de sangres arcanas, aceite de fragua, vapor de semilla jugosa. Encajada, invadida y frenética logró ser más legítima que siglos atrás. Madre tierra me baña, madre luna me invoca, madre agua me sosiega. Bajaré del altar, y ofrendaré de mi aliento. Sólo empieza a rezarme que sin tus ruegos no logro ser y sin tus favores soy fuego muerto.

Luna...

Luna; dulce silencio que me habita. Silencio blanco, silencio. Luna sonrisa, suave y calma sonrisa. Luna garza, luna colibrí, susurro inmediato, luna vuelo. Luna melodía, risa, suspiro. Luna tibieza, tibio amorío, tibia palabra.

lunes, 12 de agosto de 2013

Aquí

He encontrado la primera huella, sonrío al recordar, revivo. La luz se cuela en rojizos destellos por tu ventana, también pienso en las sombras alargadas y fascinantes que se aventuran en el techo. Suspiro. La felicidad se hace en instantes.